Frente a la aceleración de los precios, que terminó de desbarrancarse tras la devaluación de diciembre, los sueldos subieron 152,7 por ciento, según el índice general del Indec, lo que representó una pérdida de casi 19 por ciento en el año.
La inflación de 211,4 por ciento que registró el Indec para todo 2023 significó un golpe fuerte para los salarios, que ya acumulaban cinco años consecutivos de caída en términos reales, porque subieron mucho menos.
En el promedio del año, la contracción del poder de compra de los salarios fue menor (3,7 por ciento), pero la gran pérdida del último mes del año hizo que, punta a punta, la merma de poder adquisitivo se potenciara. El arranque de 2024 mantuvo la tendencia, con una inflación que trepó al 20,6 por ciento y salarios que aumentaron mucho menos.
¿Qué se espera para el resto del año? ¿Habrá recuperación o será otro año más de pérdida de poder de compra, tras el impacto del ajuste de precios relativos y la recesión?
Infobae consultó a varios economistas al respecto y las previsiones, por ahora, no son alentadoras. Si se llega al empate, habrá que brindar, afirman algunos. Pero lo que sí está claro es que si llegara a haber un cambio de tendencia, no será durante este primer semestre, sino cuando la inflación comience a descender.
El reacomodamiento de precios relativos que todavía debe darse en los próximos meses le pondrá un piso alto a la suba del Indice de Precios al Consumidor (IPC), pero si el plan económico tiene éxito y realmente la inflación logra caer -de la mano de un tipo de cambio que no se mueva demasiado-, recién ahí los trabajadores podrán pensar en comenzar a recuperar ingreso real, aseguran los economistas.
De todos modos, en línea con lo que se espera suceda con la actividad, la recuperación salarial no será homogénea.
Los sectores que se estima sufrirán más son los ligados al consumo interno, que viene en franco receso, y la construcción, que se está viendo muy afectada por la falta de fondos para obra pública.
Mientras que los rubros con mayor potencial exportador, como la minería, el agro, la energía y la economía del conocimiento, tendrán mejores perspectivas.
Tampoco será lo mismo para un trabajador registrado que uno que se encuentra en la informalidad, ya que los salarios en negro no sólo son habitualmente mucho más bajos, sino los que más pierden frente a la inflación.
“El shock nominal que significó la devaluación y que continuará con las sucesivas subas de tarifas y precios regulados se trasladará a la dinámica salarial. Sin embargo, la fuerte recesión actuará moderando las demandas salariales. Si bien seguramente veremos sindicatos -en algunos casos importantes- que lograrán acuerdos virtualmente indexados a la inflación pasada, no esperamos que esto sea un fenómeno generalizado”, precisó la consultora Ecolatina en un reciente informe.
En este sentido, el informe de la consultora de marras agregó que habrá una “continuidad del deterioro del poder adquisitivo a lo largo del verano, que se estima será superior a 10%, pero que además profundizará la disparidad salarial entre distintos sectores”.
Ecolatina también consideró que la ausencia de una pauta salarial por parte de un Gobierno busca paritarias libres que favorezcan a los trabajadores de sectores más productivos, que pueden seguir pagando salarios relativamente altos. Por eso, empezará a verse cierta “disociación entre el derrotero del salario real hacia dentro de los trabajadores registrados”.
Y agrega: “Los privados continuarán siguiendo de cerca, con vaivenes, a la inflación, mientras que los trabajadores públicos sufrirán un deterioro mayor producto del ahorro del gasto que pretenderá hacer el Gobierno en sus diferentes niveles. Finalmente, no prevemos que haya una recuperación en los trabajadores informales. La ausencia de paritarias y una mayor cantidad de potenciales trabajadores ante la necesidad de apuntalar los ingresos familiares dará espacio para que este grupo absorba la mayor parte del ajuste salarial”.